4 de septiembre de 2025.- La Voz de Galicia.- Independientemente de las causas que hayan podido provocar el accidente ocurrido este miércoles en el funicular de Lisboa, este trágico suceso pone de relieve, de forma muy dolorosa, la importancia de la seguridad industrial en todas las infraestructuras que, aunque históricas en su concepción, siguen prestando un servicio esencial en la vida cotidiana de miles de ciudadanos y visitantes.
Un funicular no es simplemente un transporte urbano singular, es un sistema complejo compuesto por elementos mecánicos, eléctricos y estructurales que deben operar en perfecta sincronía: cables de tracción sometidos a esfuerzos continuos, frenos redundantes capaces de actuar en situaciones de emergencia, cuadros eléctricos con protecciones coordinadas y sistemas de guiado que garantizan la estabilidad de las cabinas. Cada uno de estos componentes, tanto individualmente como en conjunto, requiere un estricto cumplimiento de normas de seguridad industrial, procedimientos de mantenimiento documentados y una cultura de prevención constante.
Desde la ingeniería industrial defendemos que la seguridad no se puede considerar un añadido ni un coste, sino el eje central sobre el que se articula cualquier proyecto o explotación. La seguridad industrial es un proceso continuo que comienza en el diseño, se refuerza en la fabricación y la instalación, y alcanza su máxima expresión en la operación y el mantenimiento. Allí donde se relajen los estándares, donde las inspecciones se conviertan en una formalidad o donde la inversión se postergue, aumenta el riesgo de incidentes que afectan no solo a las personas, sino también a la confianza social en nuestras infraestructuras.
El caso de Lisboa, al margen de las posibles causas que se dictaminen, debe hacernos reflexionar sobre la actualización del enfoque con el que se gestionan estos sistemas. La incorporación de tecnologías de monitorización en tiempo real, la digitalización de los registros de mantenimiento, las auditorías independientes y los planes de contingencia probados no son ya opciones, sino requisitos de una seguridad industrial moderna.
La ciudadanía deposita su confianza en que cada trayecto, por breve que sea, está respaldado por la solidez técnica de los profesionales que velan por su seguridad. Esa confianza es un patrimonio que no puede ponerse en riesgo.
El compromiso con la seguridad industrial no es circunstancial ni reactivo. Los funiculares, como tantas otras infraestructuras, deben recordarnos que la verdadera modernidad no consiste en conservar lo antiguo sin cambios, sino en garantizar que siga siendo seguro y fiable.