Ongawa atesora tres décadas de experiencia en proyectos de cooperación. El que lleva a cabo en Senegal para garantizar el abastecimiento y mejorar la calidad del agua y, por tanto, de vida de más un centenar de personas ha sido el galardonado por la Fundación Caja de Ingenieros.
Motivados por asegurar el Derecho Humano al Agua, muchos de los emprendimientos de Ongawa en países en vías de desarrollo tienen una base tecnológica, principalmente en el sector del agua potable y el saneamiento.
“La crisis climática no es un problema futuro de las sociedades ricas, sino una tragedia presente de las sociedades pobres”. De esta manera, Miguel Ángel Pantoja, ingeniero industrial y expresidente de Ongawa, hizo partícipes a los asistentes de la realidad que palpan desde esta Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) en los lugares donde tienen proyectos en activo. En los VIII Premios Nacionales de la Ingeniería Industrial, el Consejo de Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales (CGCOII) reconoce la labor de Ongawa concretamente por el proyecto de abastecimiento y saneamiento de agua en el norte de Senegal.
Ongawa surgió hace treinta años en la Universidad Politécnica de Madrid de la motivación de un grupo de profesores y alumnos por poner la tecnología al servicio del desarrollo humano. Félix Masjuan, presidente de Caja de Ingenieros, fue el encargado de entregarles el galardón por la iniciativa que arrancó durante 2019 en la que es una de las regiones más pobres del país: Podor. Forma parte del Sahel, la zona biogeográfica centroafricana, y sus habitantes sufren las consecuencias de la escasez de agua. La situación se agrava paulatinamente con los avances del cambio climático.
“Hace treinta años la pobreza era un gran problema y hoy, aunque algunas cifras han mejorado, lo sigue siendo. Las caras de la pobreza han cambiado”
El proyecto se sitúa en esta región africana, como explicó Pantoja, más o menos en la parte en que el río Senegal atraviesa de oeste a este hacia el Atlántico y separa al país de Mauritania. La zona tiene agua y es fértil, pero al sur, en el altiplano, es muy árida y las condiciones de vida son cada vez más difíciles: por el cambio climático, cada vez llueve menos, las temperaturas son más altas, hay más evaporación y las cosechas son más difíciles. La iniciativa de Ongawa abastecerá la zona de agua con bombeo fotovoltaico y saneamiento básico, y se construirán huertos familiares para la población de esta zona situada en primera línea de la crisis climática.
En palabras del expresidente de Ongawa y miembro activo y comprometido con la organización, hace treinta años la pobreza era un gran problema y hoy, aunque algunas cifras han mejorado, lo sigue siendo. En su Intervención, Pantoja habló de cómo las caras de la pobreza han cambiado en estas últimas décadas. Desde 1991 a la actualidad, el porcentaje de personas desnutridas en el mundo ha bajado pasando de aproximadamente
el 18% a algo más del 10% de la población humana. Sin embargo, en el mismo período el porcentaje de personas con inseguridad alimentaria ha crecido y llega casi al 20%. “Estamos en un mundo frágil”, aseguró.
Según valoró Miguel Ángel Pantoja, la ONGD lleva tres décadas estando al lado de los pobres y ahora también de los que sin haber emitido nunca ni un gramo de CO2 van a sufrir antes y con mayor intensidad y con peores condiciones para soportarlo los impactos del cambio climático. Para seguir esta labor, Pantoja invitó a sus compañeros y a la sociedad en general a acompañarles otros treinta años. “Ojalá no sea necesario y se resuelva antes, pero si es necesario seguiremos otros treinta años en esta labor”, afirmó.
Muchos de los emprendimientos de Ongawa en países en vías de desarrollo tienen una base tecnológica, principalmente en el sector del agua potable y el saneamiento. Además de esto, la ONGD se caracteriza por ir más allá de la reparación de una instalación de abastecimiento de agua, arrancar un proceso innovador de potabilización de agua o ingeniar un método que lleve el agua potable a las poblaciones que antes carecían de ella. Una vez Ongawa está en el terreno, estos servicios básicos se ofrecen con continuidad en el tiempo y con garantías, articulando a la vez distintos procesos que garantizan las capacidades y la participación de las comunidades, los recursos económicos, los medios técnicos, las normativas y las voluntades políticas para lograr una solución integral del problema. El programa previsto durará unos cuatro años y se espera que la intervención
reduzca la mortalidad infantil derivada de la desnutrición aguda, y también sus consecuencias en el desarrollo de las niñas y niños. El dato es que más de un tercio de la población sufre algún grado de desnutrición y en la zona del Jeeri, que es la más seca de la región, las diarreas y otras enfermedades relacionadas con la falta de agua y saneamiento adecuados afectan al 30% de sus habitantes. La defecación a cielo abierto está muy extendida y es muy común ver a niñas y niños usando para beber o bañarse el agua contaminada de los canales de riego.
“La crisis climática no es un problema futuro de las sociedades ricas, sino una tragedia presente de las sociedades pobres”
Ongawa está compuesta sobre todo por ingenieros y profesionales de áreas relacionadas, pero esta organización es un ente abierto a cualquier persona que comparta su afán por cambiar la situación de los países en vías de desarrollo. La financiación se obtiene de las aportaciones de los asociados, instituciones públicas de carácter local, regional y nacional, y donaciones privadas. Inicialmente la labor de esta ONGD estaba focalizada a proyectos
que garantizasen el derecho al agua y el saneamiento, y actualmente se trabaja en varios campos de la ingeniería.